Extractado del libro, “Obdulio desde el alma”, de
Antonio Pippo.
Antes, el fútbol para los
pibes era otra cosa.
Campitos por todos lados, pasto y
tierra para amasijarse todo el día,
aprendiendo la pisada, el taquito, la
jopeada; tantas habilidades
nuestras, solo nuestras, se hicieron
ahí, en los campitos.
¡Por Dios! Ahora, se la
pasan gritándoles a los pibes, dándoles
instrucciones tácticas, quitándoles las
ganas de jugar.
A esa edad lo que mas
importa es divertirse; el fútbol no puede ser otra cosa que un juego. Sin
dramas, sin apuros, sin estrategias. Que agarren la pelota y la gasten. Después
habrá tiempo de tácticas. Pero antes tendrán que hacerse hábiles y fuertes. Habría
que dejarlos que dejarlos que se expresen libremente, sin ataduras.
En todo caso que les
mejoren el físico y los alimenten bien, por que muchos de esos chiquilines
comienzan a jugar muy mal sopeados.
El baby fútbol es buena cosa
por que saca a los pibes de la calle, los ayuda a enderezarse y caminar derechito. Desde este punto de vista es
algo útil, que nosotros no tuvimos. Pero en lo demás están equivocados, les
están quitando el aire a los niños, los ahogan
con tanta indicación y tantas
recomendaciones.
¡No mi amigo! Adentro de la cancha, deles libertad, suéltelos.
Que disfruten. No hay
otra forma, no hay.
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