miércoles, 28 de agosto de 2013

Curso: Actuación precoz ante lesiones en los escolares.


DIRIGIDO A: Directores de Escuelas y Profesores de Educación Física del C.E.I.P.
DURACIÓN: 20 horas (6-13-27 de Setiembre y 4 de Octubre)
HORARIO: Grupo 1 (8 a 12 hs)- Grupo 2 (13 a 17 hs)
ORGANIZA: Dirección Coordinación de Educación Física. CEIP. Salto
ACREDITA: Departamento de Formación en Servicio. CEIP

OBJETIVO GENERAL:
Contribuir al fortalecimiento de la capacidad de actuación de los profesores de educación  física en situaciones de lesión en el ámbito escolar.

OBJETIVOS ESPECIFICOS:
  • §  Reconocer y clasificar  la situación para actuar de forma oportuna.
  • §  Actuar de forma eficaz evitando complicaciones físicas y psicológicas
  • §  Asegurar el traslado de los lesionados a un centro asistencial
  • §  Ayudar a la recuperación de los escolares

CONTENIDO:
1           Concepto de primeros auxilios
2           Evaluación de la situación y las circunstancias con el fin de actuar de manera segura, rápida y eficaz en caso de emergencia
3           Pauta general de actuación
4           Reanimación Cardíaca Básica - (Certificado por la Comisión Honoraria de Salud Cardiovascular)
5           Acciones en situación de:
5.1         Lipotimia
5.2         Heridas, contusiones
5.3         Hemorragias
5.4         Mordeduras (de can y de ofidio)
5.5         Fracturas
5.6         Quemaduras
5.7         Electrocución
5.8         Crisis  bronco obstructiva
5.9         Reacciones alérgicas
5.10     Intoxicaciones agudas (productos de limpieza, medicamentos, otros)

5.11     Convulsiones 

sábado, 17 de agosto de 2013

A mí también me duele

Fuente: www.uruguayeduca.edu.uy


Niños víctimas de violencia de género en la pareja

La violencia de género en la pareja afecta de múltiples formas a los niños que la padecen, provocándoles diversas consecuencias; muchas de ellas de extrema gravead y que ocasionan grandes sufrimientos que persisten hasta la vida adulta.

Violencia de género

“Nunca han sido las paredes las que han ocultado la violencia de género en la pareja; tampoco la oscura distancia que el agresor interpone entre las víctimas y las personas cercanas a ellas. Siempre ha sido la mirada apagada del desconocimiento, esa que ha sido incapaz de dirigirse hacia el lugar donde procedían los gritos y las súplicas, y de encontrar un significado a todo lo que percibía”, expresa Miguel Lorente en el prólogo el libro A mí también me duele (Gedisa, Barcelona. 2012).

Es que la violencia de género en la pareja suele estar socialmente aceptada y las agresiones son vistas como un elemento más de la normalidad de la relación. “Esa combinación de lo privado como mundo aparte y como mundo propio es la que ha facilitado la continuidad y la invisibilidad de la violencia en una composición entre el no ver y el no querer ver”, continúa el prólogo del libro. 
La violencia de género, en general, no se considera como un problema social y permanece como una serie de casos aislados que se repiten con más o menos frecuencia. Y la sociedad se resiente de ella y de los valores que la definen.

Esta violencia comienza en la mujer, sigue en sus hijos y puede llegar muy lejos en en el tiempo. Incluso el daño se puede extender durante mucho tiempo después, cuando los hijos reproduzcan la conducta que aprendieron de sus padres.

El dolor de los más pequeños

Los niños que viven en familias en las que el maltrato y las agresiones son frecuentes sufren consecuencias que abarcan casi todas las áreas de la vida: afectiva, cognitiva, social, del aprendizaje y la cognición, de los valores, del desarrollo, física, sexual y económica.

Estos daños, explica el psicólogo español Raúl Lizano, autor de A mí también me duele, pueden ser de una duración breve, pero, en general, perduran e incluso llegan a la etapa adulta e inciden en el bienestar general de la persona.

Además, la violencia de género en la pareja afecta a los hijos en cuanto a las propias capacidades para reponerse (autoestima), los vínculos sanadores (relación con madres y hermanos), y las posibilidades de conectar con otras fuentes de ayuda (red social, familia extensa, instituciones especializadas).

Herencia maldita
Es probable que los chicos que padecieron violencia de género en la pareja repitan luego en su vida adulta el tipo de relación que vivieron sus padres, es decir que ejerzan o reciban este tipo de violencia en sus propias parejas.

Explica Lizana que, “por desgracia”, los hijos reciben esa forma de vincularse como una “herencia” que solo causa repetición del sufrimiento al que estuvieron expuestos.  

Para explicar esta realidad, el autor menciona que al haber estado sometidas a la violencia, las personas tienen afectadas sus posibilidades de sentir relaciones como seguras y estables, y que también tienen afectadas sus posibilidades de sentir; además de haber incorporado que maltratar a otros o sufrir maltrato puede ser una forma aceptable de convivencia.

“El uso y la tolerancia de la violencia se empieza a hacer frecuente en distintos ámbitos, tanto familiar como escolar o social, y se considera que es una herramienta válida ante los conflictos. Al mismo tiempo los pequeños empiezan a tener dificultades con la empatía, por lo que no conectan con el dolor que podrían estar sufriendo los otros. A esto sumemos que, a nivel de creencias y valores, aparecen ideas sexistas y abusivas que arraigan en la manera de ver el mundo”, señala Lizana.  

Agrega enseguida que los niños difícilmente puedan escapar de la influencia de la violencia y que esta parece ser el modelo, único, para resolver conflictos. 

El autor expresa después que las formas de violencia, las relaciones y los mensajes abusivos del maltratador con frecuencia son reforzados por diversas fuentes en sus vidas: televisión, videojuegos, música, pornografía. Estos “contienen elementos sociales y culturales que validan la violencia y acercan a los niños a su adquisición como modelo”.

Lizana, apoyándose en otros autores, indica que los varones encuentran en la violencia, y en especial en la rabia, una forma de “sacar” emociones difíciles como la tristeza o el miedo. Mientras que las niñas pueden aprender el mecanismo de la desesperanza en respuesta a la violencia. Esto tiene que ver con el desarrollo de creencias negativas acerca de sus propias habilidades y acciones.

Finalmente dice: “no siempre podemos apreciar a simple vista todo el daño que ha traído la violencia. Muchos de estos daños no son medibles pero provocarán dificultades y sufrimiento. La pregunta no es si los niños han quedado afectados sino, más bien, en qué medida”.